La nueva versión, Anne with an E, disponible en Netflix, cumple con ese objetivo. Se traslada a la década de 1890 y nos presenta una pecosa y pelirroja niña huérfana de 13 años que es enviada por error a vivir con un par de hermanos mayores a la Isla del Príncipe Eduardo. No es propiamente la obra de teatro ni tampoco la fiel adaptación de Ana de las Tejas Verdes, un libro canadiense en donde la protagonista vive muchos menos dramas de los que muestra la serie.
Las similitudes en el caracter de la protagonista son muchas con la versión teatral, pero también hay muchas diferencias en el contexto, innovaciones del guionista que busca atacar la discriminación y el buling con dramatismo. Conceptos como el racismo y la vida oculta de los homosexuales de la época entran en escena en la segunda temporada con una visión critica a la sociedad de entonces, en donde, de paso, florece un feminismo que la niña personifica casi al estilo de Candy.
Los continuos rechazos a sus "feos" pelos color naranja y su situación de huerfana no la tumban. Ella se levanta, consigue amigas en el colegio, conquista al galan de turno y vive momentos felices a pesar de las circunstancias adversas. La serie cautiva, entretiene y, de paso, enseña, cuestiona y trae temas serios al debate. Como para ver y reflexionar, separando el trigo de la paja.